Lo más importante es disfrutar la vida mientras podamos, porque andamos por ahí una sola vez y cuando se acabó, se acabó. W.A.

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domingo, 8 de julio de 2007


Sabemos que la lengua castellana es de las más complicadas del mundo en cuanto a su estudio, pero también sabemos que si de acentos ortográficos hablamos, podemos decir que, al menos para los hispanos parlantes, no debería serlo, ya que sólo cuenta con un acento.

Las reglas básicas de la acentuación ortográfica del castellano nos dicen que:


- Las palabras agudas se acentúan siempre que su última letra sea vocal, N o S.
-Las palabras graves se acentúan cuando terminan en consonante que no sea N ni S.
-Las palabras esdrújulas y sobreesdrújulas se acentúan todas.


A pesar de que sabemos estás tres reglas básicas desde la escuela primaria, solemos encontrar, hasta en los diarios de mayor circulación:

“Chichen-itza maravilla al mundo”

En ocasiones no es tan difícil entender, pero si estamos realmente estamos acostumbrados a escribir bien y tratar de leer de igual manera, podemos pasar varios minutos tratando de entender lo que nos quieren comunicar.

Recuerdo que cuando era pequeña y apenas aprendía a leer, estaba acostumbrada a buscar los acentos en las palabras y cuando hallaba una palabra que se escribía igual que otra que sí llevaba acento, preguntaba su significado. Por lo general me decían que estaba mal escrita.

En una de las tantas experiencias, recuerdo bien que los fines de semana que íbamos a visitar a mis abuelos, en la casa que estaba junto a la de ellos había un letrero que decía “OJO PETROLEO”. Esa fue una de las veces que no me atrevía preguntar qué era Petroleo, pero permanecí intrigada toda mi niñez*.

Es tan fácil aprender que el castellano usa sólo un acento ortográfico y celebrar que no tenemos cuatro o cinco como otros idiomas, que deberíamos usarlos, tanto para comunicarnos adecuadamente como para no degradar nuestro idioma que es por demás, uno de los más ricos del mundo entero.






*En aquella casa de mi infancia, como en muchas de aquellos años, vendían petróleo por litro. Lo supe después de leer “Ojo, Petróleo” en un sin número de hogares más.