Sábado por la mañana llegando a casa de mi madre (que ya me dijo que es mi casa también y no debo decir "casa de mi madre", en fin). No estaba y la esperé un par de horas.
Llega sonriente y me reclama por tener la puerta de casa abierta.
-Ay mamá, ni que fueran a robarme. ¿me compraste mi Coca-Cola?
-En una de esas, tú no sabes cómo están las cosas por acá.
-Pero no creo que un sábado por la mañana vengan a matarme o algo así.
Iba a pasar a la tiendita, pero ya no lo hice ¿me compraste mi Coca?
-No digo que te vayan a matar, pero uno no sabe qué pueda pasar.
Almorzamos y tomamos café.
-¿Sabes? Deberías comprar una caja de esas de Coca-Cola de lata, así cuando yo venga, no me va a hacer falta.
-Ah, sí, debería.
Tarde-Noche: Sale de compras y regresa para cenar.
-¿Qué vas a tomar?
-Pues nada.
Terminamos de cenar y mientras preparo café...
-Mira lo que te compré.
Extendiendo su brazo con una Coca-Cola de lata en la mano.
-(Sonrío y la abrazo) ¿Está bien fría?
No cabe duda que por más que las madres sepan lo dañino que supuestamente es, nos consentirán por el resto de nuestra existencia.
Amo a mi madre,
más con Coca-Cola