En el último año de prepa ya sabía con exactitud qué quería estudiar y aunque pasé revisando los planes de carreras inimaginables ahorita, me decidí por entrar a la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH). Aunque mi familia (madre, hermana y cuñado) decían que moriría de hambre, yo estaba decidida a estudiar Etnología a costa de todo. Tenía la información necesaria, casa, muchas ganas, pero no el apoyo moral. En fin que como muchas personas y como ya se habrán dado cuenta, terminé estudiando Comunicación en mi verdoso estado.
Conciente de que no me gustaba el periodismo y fue lo primero con lo que nos bombardearon, intenté desertar terminando el primer semestre, pero no sé cómo (porque en clase no fue) conocí acerca de la Folkcomunicación y me mantuve en pie un semestre más. Semestre que bastó para enamorarme de mi carrera y entrar de lleno a las teoría y la magia del estudio de la comunicación, mas que de la producción de mensajes.
Conocí y me apasioné por la teoría, hice año y medio de radio cultural y poco a poco me fui inmiscuyendo en la Comunicación Organizacional para ser hoy mi más grande pasión en la vida profesional. Como persona creativa, mis ideas han chocado una profesora en específico, ella es cuadrada, de hacer lo que los libros dicen y yo, de buscar estrategias y hacer cosas innovadoras, eso está peleado con la administración tradicional, pero esto señores, es comunicación y ella parece no entenderlo. A mi sólo me queda mantenerme firme.
La Comunicación Organizacional me acercó al mundo de la Consultoría y así pude vender un primer proyecto que pasó de ser un trabajo escolar a ser la carta de presentación con un primer cliente, todo esto siempre con el mejor equipo de trabajo que pude imaginar. Con las cartas puestas sobre la mesa, quise conocer más sobre ese mundo y me fui a otro muy distinto que me puso los pies sobre la tierra y además me dio conocimientos precisos que al regreso supuse compartir con mi entonces compañera de trabajo.
Regresando de ese gran viaje compartido a la tierra del café y el vallenato, el mundo que había dejado meses atrás se había esfmado, tomando un rumbo distinto y dejándome totalmente sola en el ruedo. Como en cualquier momento debía suceder.
Con un grupo de clases que no me aceptó en ningún momento y con una amistad fracturada, decidí que para este ciclo, mi vida tomaría un rumbo propio, cambiando radicalmente, para ver hasta donde puedo llegar, yo solita. El semestre pasado me preguntaban por mis chicas superpoderosas, este ya sólo me preguntan por mi y eso, eso es más que satisfactorio.
Hoy heme aquí, en un salón de clases donde me esfuerzo por aprenderme los nombres de todos, pasando un día de 10 horas en la U sin una sola de descanso, con profesores que aun no me conocen y debo ganar, con proyectos nuevos y otros que hay que mejorar. Hoy retomo mi amor por la teoría y sé a qué me quiero dedicar, aunque mi madre se disguste con la idea de no terminar en el tiempo prometido, estoy aquí por ella y le doy gracias, porque desde que inicié pasé diciendo: de haber estudiado tal cosa, a estas alturas ni en el país estuviese... Qué genial que sigo aquí y que tengo quien me aliente a saber que puedo sola, porque las chicas superpoderosas serán lo son juntas o por su lado.
Mañana extrañaré a Janet se ha convertido en mi Pepe Grillo, a Kare que hoy es feliz y eso es todo lo que pudiese pedir para ella después de tanto, a Bris que por fin está viviendo sin importar los demás... mañana estaré fuera después de una carrera en la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco que es más que Le tour de France. Por todo, voy a disfruar de la última vuelta, aunque otros ya me quieran poner a trabajar.
Foto: Vista de Villahermosa,
desde un edificio de la U