
La cultura de masas es una de las cosas más interesantes de observar, más aún cuando se aproximan fenómenos consumistas como el día del amor y la amistad; corazones por aquí, florecitas por allá y el mundo queda enamorado en el día más rosa del año.
En la escuela, las tareas cambian de textos de análisis y ensayos profundos a poemas dulces y postales de amor y amistas para después ser intercambiados a sujetos que posiblemente no tomarías en cuenta habitualmente.
No es que tenga alguna oposición por este gran producto mercadológico (habalndo del 14 de febrero), pero no encuentro razonable que la gente se vuelva loca procurando el regalo "ideal" para expresar cuando ama.
El día de los enamorados como producto de la mercadotecnia es la mayor expresión de creatividad que han podido crear para saciar la necesidad afectiva del ser humano, pero esto se puede volver un tanto peligroso si sólo tomamos en cuenta al amor en un día específico.
No hay razón suficiente para demostrar el afecto una vez al año, no por qué esperar ese día para correr a comprar corazones que terminarán irremediablemente en la basura.
Como masa, seguimos tendencias y actitudes, pero como seres individuales tenemos la libertad de decidir cuando amar (y regalar) y cómo hacerlo, aunque terminemos haciéndolo en 14 de febrero.